Era una soleada tarde de primavera,la excusa perfecta para que Mario recibiera una carta firmada por la princesa Peach pidiéndole que fuera a su castillo,pues había preparado un delicioso pastel expresamente para él (sí,los argumentos de los juegos de Mario no se caracterizan por su violencia desproporcionada precisamente).Ni que decir tiene que nuestro amigo no se lo pensó dos veces y fue raudo y veloz para allá.Tras acceder al jardín del castillo mediante una de sus clásicas tuberías,se dispuso a entrar al mismo.Sin embargo,algo no iba bien,pues todo estaba demasiado tranquilo.De repente,Mario escuchó un tétrico sonido que sin duda le era familiar: la risa de Bowser.El eterno némesis del fontanero italiano decidió invitarse a sí mismo a la fiesta,y ya de paso practicar su deporte favorito: secuestrar a la princesa y desafiar a nuestro héroe a que fuera a rescatarla si se atrevía (seguro que no se atreve,¿verdad?  ¬¬  ).Mario,enfadado por el secuestro sorpresa de Peach y en consecuencia por no poder probar el suculento dulce que le preparó,se puso en camino.Lamentablemente para él,el castillo está dividido en unas cuantas habitaciones,de las cuales la gran mayoría (por no decir todas menos una) sólo pueden ser accesibles recogiendo un número determinado de estrellas repartidas a lo largo y ancho del juego.Claro que... ¿qué sentido tendría este comentario si no os contara detalladamente dónde se encuentra cada una (son 120 en total,así que os vais a hartar de buscar)? Pero antes de eso os pondré al tanto de lo que os vais a encontrar en Super Mario 64.Avanti!